¿El problema está en el cielo?
Aunque nos colocamos tempranamente los lentes climáticos y tomamos decisiones basadas en la mejor ciencia disponible, el cambio climático sigue profundizando los problemas económicos y sociales ya existentes en nuestra región centroamericana. Las acciones de adaptación a escala local son cruciales, pero ¿quién debe iniciarlas?
Los Informes de Evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) han demostrado que Costa Rica se encuentra ubicada en una de las regiones más expuestas y vulnerables a fenómenos hidrometeorológicos extremos. Los severos impactos en los medios de vida y en las infraestructuras sociales, ambientales y productivas, incrementan los desplazamientos de ciudadanos en situación de pobreza y presionan las capacidades institucionales y los recursos fiscales de nuestros estados. No obstante, Costa Rica asume responsablemente sus compromisos derivados del Acuerdo de París, con base en el principio de Responsabilidades Comunes pero Diferenciadas y Capacidades Respectivas (CBDRRC, por sus siglas en inglés).
Al respecto, Costa Rica ha sido históricamente un laboratorio de buenas prácticas. En la década de los sesenta, construimos las primeras centrales hidroeléctricas, aunque no lo llamáramos medidas de mitigación para reducir gases con efecto invernadero. En la década de los setenta, oficializamos nuestros primeros Parques Nacionales como medidas de adaptación tempranas, aunque no lo llamáramos medidas para evitar daños y pérdidas asociados al clima.
Aprendimos que los eventos climáticos son amenazas que evidencian la forma en que nos organizamos en los territorios y en las comunidades locales. Entendimos que a un gas con efecto invernadero no lo vemos ni lo lloramos, pero que la adaptación es el rostro humano del cambio climático y que, para salir fortalecidos ante una adversidad asociada al clima, tenemos que responder desde lo local de forma que las acciones puedan ser supervisadas, evaluadas y aporten lecciones aprendidas de cara al futuro.
Organización social de los territorios
Hoy, Costa Rica cuenta con una Política y un Plan Nacional de Adaptación, así como con un Decreto de Resiliencia, todos los cuales apuestan a las soluciones y respuestas locales como una fuerza complementaria a la planificación nacional de la adaptación y a los compromisos internacionales en este tema. Es en el área de intersección entre la visión general de un Estado y las particularidades de quienes viven en primera línea la crisis climática en las comunidades, donde se pueden encontrar soluciones realistas para la adaptación al clima.
En ese sentido, y gracias al apoyo técnico del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y el financiamiento del Fondo Verde del Clima (GFC, por sus siglas en inglés), el Ministerio de Ambiente y Energía de Costa Rica, por medio de la Dirección de Cambio Climático, implementó el “Proyecto Plan A: Territorios resilientes ante el cambio climático”.
Al inicio de este proyecto, observamos que los gobiernos locales necesitaban mejorar su acceso a los servicios climáticos e incrementar su uso para formular planes, programas o proyectos. A tal fin, apoyamos el fortalecimiento de sus capacidades locales para comprender los riesgos y las incertidumbres asociadas al clima, así como también para generar soluciones propias para facilitar y gestionar las iniciativas de adaptación en el corto, mediano y largo plazo que sirvan de punta de lanza en la construcción de una Costa Rica con mejores condiciones de resiliencia.
A lo largo de los últimos dos años, cerca de la cuarta parte de los cantones del país han generado sus propias acciones climáticas de adaptación (municipios que representan el 46% del territorio del país). Para ello, se han analizado las principales amenazas asociadas al clima en su territorio y se han priorizado acciones para minimizar los impactos negativos en el futuro. Estos cantones están en proceso de incorporar la variable de cambio climático en sus herramientas de planificación territorial.
Durante este proceso, se han identificado oportunidades para integrar las medidas de adaptación en otros instrumentos de gestión territorial, como ser los planes de desarrollo humano local, las políticas ambientales cantonales, las estrategias de ordenamiento territorial, los planes estratégicos municipales y los planes de gestión de riesgo.
Los procesos de planificación para la adaptación cantonal, que han promovido la participación e inclusión de poblaciones históricamente excluidas a quienes el clima cambiante impacta de manera particular, tienen a diversos actores como protagonistas. Representantes de comunidades indígenas, poblaciones afrodescendientes, grupos de mujeres y juventudes han podido contribuir a estos procesos desde sus visiones, necesidades y soluciones. Los representantes de organizaciones de la sociedad civil, empresas privadas, academia e instituciones públicas con accionar local, han aportado desde sus conocimientos, experiencias y recursos, poniéndolos a disposición en un ejercicio de construcción colectiva.
Esta diversidad de actores continuará realizando sus aportes en la fase de implementación de las medidas de adaptación a través de las estructuras de gobernanza climática que cada cantón ha identificado según sus particularidades. La acción climática local promueve la continuidad de los servicios públicos como condición necesaria para lograr la resiliencia de las comunidades y garantizar una gestión adaptativa a través de sistemas de monitoreo, evaluación y aprendizaje, que permiten analizar los resultados de su ejecución, realizar los ajustes necesarios y aprovechar las oportunidades.
Si bien Costa Rica no tiene responsabilidades históricas ante la emergencia climática, sí es parte de la solución a este problema. Contamos con nuevas metodologías para evaluar riesgos climáticos en infraestructuras públicas y compartimos soluciones basadas en la naturaleza que generan empleos verdes a mujeres agricultoras. Pero requerimos mejorar en materia de acceso y uso de los servicios climáticos para la toma de decisiones.
En este sentido, resulta fundamental seguir invirtiendo en los institutos meteorológicos y en otros servicios climáticos que permitan el acceso a los datos y generen capacidades para la toma de decisiones. También es urgente invertir en la construcción de herramientas a nivel local que evidencien el nivel de adaptación junto con la reducción de los daños y las pérdidas, para mostrar cómo las comunidades puedan recuperarse y estar mejor preparadas para los eventos climáticos.
Si desea más información sobre las iniciativas de Costa Rica, puede visitar www.cambioclimatico.go.cr.
Este artículo ha sido escrito con el apoyo de la Red Global del PNAD.